miércoles, 22 de agosto de 2012

Palabras

- Eres tan dulce. Intentas hacerme reír.
+ Sí. No volverá a ocurrir.
- Y estás sonriendo.
+ No, no. Sólo sonrío en privado... cuando nadie mira 

Lost in Austen.

domingo, 12 de agosto de 2012

Miércoles 18 de Abril de 2012

Lo que quiero ahora es perder el conocimiento y despertarme en un lugar donde haga frío. Quiero desorientarme, no entenderlo. Quiero que el frío me queme, se enrede en mi cuerpo, me cale, me bese, me estremezca, me deje entumecida. Quiero echar de menos tu olor, tus abrazos, tu chaqueta... y arrepentirme de llevar poca ropa. Quiero que llueva, calarme. Quiero que el pelo se me pegue a la cara. Que llore sobre el cuerpo, que las gotas de lluvia me hagan cosquillas. Quiero acurrucarme y llorar sin ningún motivo. O por todos los motivos. Quiero escuchar el silencio. El murmullo constante de la lluvia. Los árboles meciéndose. El asfalto rugoso bajo mis pies desnudos. Quiero caminar y perderme. Quiero añorar algo y no saber qué. Y descubrirlo después. Quiero paz. Angustia sosegada. Quiero sentir. Sentirte. Quiero el calor de tu cuerpo antagonista a la lluvia helada. Quiero besos y caricias. El roce de tus dedos sobre mi muñeca. Sentir calor cuando hace frío. Temblar. Que el cielo siga rugiendo y no me importe. Que me importe y me haga sentir viva. Plena. Quiero que no pare, que la irrealidad no termine. Que mañana no llegue. Quiero desesperación con final inesperado. Que lo inesperado llegue y me sorprenda. Quedarme sin palabras. Un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos. Tú. ¿Quién eres tú? Hueles bien. Demasiado bien. Me embriaga. La vista se me nubla. Me voy, pero no quiero. Me recuesto contra un árbol. Rodeo mis piernas y agacho la cabeza. Soy un ovillo de lluvia. Te busco, pero no estás. Soy ajena a todo, salvo a la ausencia de mucho. El frío me besa. Me voy.
Y despierto. En mi habitación. Y lloro.

Quiero mi paréntesis.


Y hoy, 12 de Agosto, puedo añadir: Ése es el problema. Es esta habitación. Es la habitación de mi pueblo. El calor sofocante. Los sueños de la noche. O peor, los sueños del día. Pero es lo que hay, y las vacaciones no duran siempre. Incluso, mientras duran, ¿son como querrías que fueran? Es más, ¿de qué sirve planteárselo?
La pura verdad es que si me entretengo en escribir todo esto es porque me quiero ir a la cama ya pero odio la idea de que el día de hoy se camufle como otro más. Que no tenga ni nombre ni sentido. Si escribo aquí, después de tanto tiempo, a lo mejor cobra algo de relevancia.

Una que se va a dormir.