lunes, 16 de febrero de 2009

La belleza de un estereotipo

De la misma forma en que lo escribí, con tachones y sin cambios, he pasado esto al ordenador:

- ¿Ha aparecido ya la virgen?- la observa un momento -Qué guapa que es.

Se trata de una mujer de unos sesenta años, cara arrugada por la edad, pelo oscuro cardado en busca de un volumen que de otra forma no pudiera conseguir. Viste de rojo apagado. Se sienta y deja su bolso sobre la mesa. Echa un poco de azúcar en su taza, remueve con la cucharilla y oberva de nuevo la estatuilla de medio metro mientras pica algo que ha traído para comer.

Una capa color marfil salpicada de motivos florales dorados cubre su espalda. La melena de tirabuzones almendrados cae en cascada sobre ella y, aunque esté de espaldas mirando a la calle, intuyo un niño entre sus brazos. Y arriba, en la cima, una corona en forma de cúpula con una cruz remata la elegante figura.

Ahora me pregunto si la señora ha vuelto a pensar en la hermosura de la virgen mientras la mira, y me cuestiono, motivo por el que describo esta escena, qué pasaría si no fuera guapa. Qué pasaría si estas referencias e iconos de bondad, estos emblemas de esperanza y figuras en las que la gente deposita su fe no fueran bellos. ¿Habría mencionado a la virgen la señora de rojo? ¿La admiraría por igual?

Yo también me fijé en la figura la primera vez que entré aquí, y es que, ¿no es raro ver un altar en la ventana de una cafetería?

Esto lo escribí un día que, tomándome un café mientras leía, efectivamente, una mujer entró y dijo exactamente las palabras con las que he iniciado este minirrelato. Lo que no he contado es que habló del tema con el de la cafetería. Oí algo sobre que la habían quitado por un tiempo, o se la habían llevado, o algo así. Luego reparé en las palabras de la mujer. Recordé que en mi pueblo muchas veces las había escuchado.
Y bueno, ¿y si no fuera guapa?
La señora de rojo volvió a repetirlo varias veces. "Mira que es guapa", decía. Y a mí se me insinuaba una sonrisa al oírlo. Fue entonces cuando se me ocurrió escribir lo de arriba. Una rápida descripción de la mujer, de la virgen, y el motivo de mi pequeña e insignificante reflexión.

No es que tenga nada en contra de los estereotipos de belleza. De hecho, si yo escribo un relato y pongo una protagonista, seguramente la imaginaré guapa.

Pero creo que no soy capaz de pensar en los pasos de semana santa de mi pueblo, o las estatuas de las muchas vírgenes que hay en la iglesia, con una María de rostro poco agraciado.

1 comentario:

Pancho Ramirez dijo...

Hola semidiosa, vestal sabrosona, concubina principal de mi harén celestial. Si entraste a los comentarios publicados en el último post de mi blog, el UNICO BLOG EXISTENTE EN TODO EL UNIVERSO, seguramente has notado a alguien que firma como "cuervo", y utiliza términos que no concuerdan con el espíritu del Genio de los Blogs, osease modestamente YO, Monotributo, y el de sus seguidoras apasionadas. Te ordeno simple mortal, como Amo y Señor que soy de tí, que inicies una campaña contra la ordinariez de ese maraca masita invertido, incitando a mis millones de fans, a ponerlo en caja en su propio blog: http://elcuervorosarino.blogspot.com. Cúmplase mi Suprema Voluntad...mimosona