domingo, 10 de enero de 2010

Cálido

El fuego crepitaba en un rincón. Era la única fuente de luz de la estancia. Fuera parecía desatarse una batalla entre los árboles y el viento. La tormenta había traído consigo un sinfín de copos de nieve que se precipitaban con violencia contra las paredes de la casa. Sobre una mecedora y bajo una gruesa manta, una chica se balanceaba suavemente junto a la chimenea. Su mirada ensimismada estaba fija en las llamas bailantes, aunque no les prestaba atención. Sostenía entre las manos un café muy caliente que sorbía poco a poco para no quemarse. No estaba segura de haberse quedado dormida a pesar de que el café no le hacía mucho efecto. No estaba nerviosa ni tranquila. Simplemente, esperaba.

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